Aspectos éticos de la
prevención del SIDA mediante preservativo
Por
Dr. Javier Marigorta
[i]
Desde el descubrimiento del Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida, SIDA (AIDS, en el acrónimo inglés) y su relación
con el Virus de la Inmunodeficiencia
Humana (HIV), se han propuestos programas de prevención por
parte de organismos nacionales e internacionales.
Un factor común en muchos de esos
programas es promover el uso del preservativo en las relaciones sexuales para
prevenir el contagio por HIV, que se transmite preferentemente por inoculación
en sangre (instrumentos o sustancias infectadas por el virus) o por contagio por
contacto sexual. De hecho, el SIDA se incluye entre las enfermedades de
transmisión sexual (ETS). Analizaremos la eficacia del preservativo como
profiláctico para, a la vista de los resultados, abordar los aspectos éticos de
las campañas de prevención basadas principalmente en su uso como medio de evitar
el creciente aumento de casos de esta enfermedad.
1. Eficacia del
preservativo
No es fácil evaluar la eficacia
preventiva del preservativo en la transmisión del HIV; son útiles, sin embargo,
los conocimientos disponibles sobre su eficacia en otras circunstancias en las
que se ha utilizado ampliamente, que aportan datos de valor para nuestro
propósito. Estas situaciones son dos: evitar embarazos no deseados y la
profilaxis de otras ETS.
a) Eficacia del preservativo como
método anticonceptivo
El preservativo tiene un elevado número
de fallos en la prevención de embarazos: si medimos el índice de fallos por el
número de embarazos en parejas que lo utilizan durante un año, encontramos,
según distintos estudios, fallos en un 3,6% [1], del 3% al 28% [2], el 14% [3],
entre el 10% y el 15% [4]. Incluso se aprecian variaciones por edades: en
menores de 25 años se llega al 17,9%, pero en mayores de esa edad desciende al
6,1% [5]. El índice medio de fallos del preservativo usado con finalidad
anticonceptiva se mueve en torno al 10%. Para prevenir embarazos en
adolescentes, el preservativo se muestra poco satisfactorio: en Inglaterra y
Gales se registraron 85.000 embarazos de adolescentes en 1978. Tras 10 años de
intensas campañas promoviendo el uso de anticonceptivos y preservativos, en 1988
se contabilizaron 100.000 embarazos de adolescentes; 15.000 más que al inicio de
las campañas [6]. El preservativo, indudablemente, reduce la posibilidad de
embarazo en cada contacto sexual, pero, si por presentarlo bajo la forma de
"sexo seguro", se incrementan los contactos sexuales, el número de embarazos, se
aumenta cuantitativamente.
b) El preservativo en la prevención
de ETS
El preservativo falla como método para
evitar la transmisión de ETS distintas al SIDA ha sido estudiado ampliamente. Un
informe de la OMS
(Organización Mundial de la
Salud) [7] revela que los usuarios del preservativo tienen dos
tercios de posibilidades, respecto a quienes no lo utilizan, de evitar la
transmisión de gonorrea, tricomoniasis, o infecciones por clamidias. Es decir,
el preservativo proporciona una protección del 66%.
2. El preservativo como preventivo de
la infección por HIV
Los datos indirectos citados nos acercan
a la eficacia del preservativo en la prevención de la transmisión del SIDA, pero
disponemos también de estudios específicos. Weller publicó en 1993, un estudio
basado en los datos recogidos en la literatura científica hasta junio de 1990
sobre la eficacia del preservativo como profiláctico de la transmisión del SIDA
por contacto heterosexual [8]. La conclusión de este trabajo es que el uso del
preservativo reduce el riesgo de contagio del HIV en un 69%; es decir, el riesgo
de contagio en relaciones heterosexuales preservadas sería del 31%. Estos datos
concuerdan con los expresados en el citado informe de la OMS [7], que observa un riesgo relativo
de contagio del HIV para los usuarios del preservativo del 0,4; es decir, en
torno al 40%. El índice de prevención se sitúa, según estos trabajos, entre el
60% y el 70%.
Se han realizado estudios directos en
parejas discordantes: aquellas en las que uno de sus miembros es portador del
virus del SIDA y el otro no. Uno de ellos encuentra un 1,5% de personas/año
contagiadas usando habitualmente el preservativos [9]. Fischl y col. [10]
hicieron un seguimiento durante dos años de 10 parejas discordantes que
utilizaban sistemáticamente el preservativo: se infectó un miembro sano (10%).
Un estudio realizado por Laurian y col. [11] revisó 14 parejas discordantes, en
las que el varón era hemofílico HIV positivo y usaban siempre preservativo.
Aunque inicialmente no se halló evidencia de contagio en ningún miembro sano, el
mismo grupo científico, con técnicas más sensibles, encontró, revisando 11 de
aquellas parejas, que 3 mujeres se habían contagiado, es decir, prácticamente el
28% [12]. Estos estudios son menos fiables al trabajar con un número reducido de
casos; de ahí que los porcentajes resulten tan
dispares.
También se ha estudiado sobre el paso
del HIV a través de los poros del látex [13],[14] y se ha comprobado paso de
partículas de poliestireno de 110 nm de tamaño a través del látex en 29 de 89
preservativos, es decir, en el 33% [15]. Otra fuente de información procede de
los métodos de control de calidad que realizan diversas instituciones sanitarias
en USA: el estudio de 38.000 preservativos de 165 lotes diferentes puso de
manifiesto escapes superiores a los permitidos en el país, que oscilaban, según
los lotes, entre el 12% y 21% [16].
Estos trabajos, en su conjunto, indican
que los preservativos de látex pueden reducir, pero no eliminar, el riesgo de
transmisión del virus del SIDA.
3. Aspectos éticos de la promoción
del preservativo como profiláctico del SIDA
A la vista de los datos, resulta claro
que el preservativo preserva, pero no es seguro. El preservativo no ofrece el
llamado "sexo seguro" ni como anticonceptivo ni para prevenir ETS; tampoco para
evitar el contagio del SIDA. Disminuye la posibilidad de contagio, pero el
índice de "fallos" se sitúa, como media entre el 15% y el 30%. Es decir, el
nivel de protección que ofrece está entre en 70% y
85%.
El SIDA aún es una enfermedad incurable
de pronóstico fatal, aunque la calidad de vida y la supervivencia han mejorado
de la mano de las terapias combinadas. Nos planteamos si es éticamente aceptable
una campaña preventiva que presente el preservativo como el método de elección
para evitar el contagio por HIV.
A la vista de estos datos, no puede
ofrecerse el preservativo como "la solución al problema" de la transmisión del
SIDA por contacto sexual. Hay una falsificación de la evidencia científica, que
nunca ha identificado "preservativo" con "sexo seguro". Por eso, "el mejor
consejo para evitar la transmisión del SIDA es abstenerse de las relaciones
sexuales, y para aquellos con riesgo de infectarse, seguir una relación monógama
con una pareja sana" [17], ya que "el uso del condón en las relaciones sexuales
reduce pero no elimina totalmente el riesgo de transmisión del SIDA" [18].
Por todo esto, entendemos que no es
éticamente admisible una campaña de prevención del SIDA basada sobre todo en la
promoción del preservativo. Aquí podríamos hacer una comparación que parece
clara: en toda Europa y gran parte del continente Americano, la publicidad de
tabaco está restringida y es obligatorio indicar que "perjudica seriamente a la
salud". La indicación aparece obligatoriamente en todos los anuncios y en todas
las cajetillas. En algunos países, como EEUU, incluso, la advertencia resulta
mucho más severa, pues taxativamente se afirma que fumar "produce cáncer". No se
entiende por qué las autoridades sanitarias no avisan con la misma contundencia
que el preservativo tiene un alto índice de fallos en la prevención de una
enfermedad mortal. Tampoco se alcanza a comprender por qué no se inserta en los
envases de preservativos una leyenda similar a: "el uso del preservativo
disminuye pero no elimina el riesgo de contraer o contagiar el SIDA". Eso mismo
debería decirse claramente en todas las campañas de
prevención.
Cabría también analizar la ética de los
comportamientos respecto al SIDA por parte de los enfermos o de los que, sin
padecer la enfermedad, son VIH positivos y, en consecuencia, portadores y
potenciales transmisores del virus, pero ese sería objeto de otro
trabajo.
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[i] Centro de Bioética Médica. Valencia.
España